EFECTO CASANDRA: ¿AUTISTAS O SUICIDAS?, NADIE CONTESTA

El 8 de octubre de 2018, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) publicó Global Warming of 1.5 ºC, realizando una comparación entre las consecuencias de la subida de la temperatura de 1,5ºC y de 2ºC.

El informe señala también que se requiere una aceleración global de la acción climática, mucho más intensa y combinada, para mantener el calentamiento en línea con el 1,5°C (en parte porque el planeta presenta una trayectoria de aumento de la temperatura camino de subir hasta los 3 ºC de media para 2100).

¡Cuál es el problema con este informe? No contempla el descongelamiento del permafrost ártico y la liberación de los inmensos depósitos de hidratos de gas metano submarino en el Océano Ártico, que burbujearán hacia la superficie cuando la temperatura promedio global aumente. Esto comenzará a ocurrir cuando se cruce la barrera de 450 ppm de CO2, actualmente en 415 y subiendo 2,3 ppm anual y con incremento porcentual por aumento de la superpoblación (seremos 9.000 millones en 2030) y presión del sobreconsumo de combustibles fósiles. Esto nos ubica en una línea de tiempo sobre el año 2030 o un poco antes. Entonces, según palabras del Dr. James Hansen, la temperatura promedio global se elevará otro grado más, sumando así 2º C. y como consecuencia los océanos se elevarán los primeros 6 metros, con ambos polos descongelándose en forma acelerada e inundándose todas las ciudades costeras, con la consecuencia de 600 a mil millones de personas evacuadas.

El permafrost puede liberar en torno a 150.000 millones de toneladas de CO2 anualmente y gatillar un aumento de temperatura global que ocasione la liberación de los clatratos submarinos. El deshielo del permafrost del Ártico, la parte de suelo congelada que almacena metano y CO2 y por tanto emitirá aún más gases de efecto invernadero a la atmósfera cuando se deshaga, acelerará el cambio climático. Este deshielo puede llegar a costar hasta 62 billones de euros (69,9 billones de dólares) a la economía mundial.

Cerca de una cuarta parte del hemisferio norte está cubierto por permafrost. Ahora, estos lechos de tierra, roca y sedimentos que estaban permanentemente congelados ya no lo están tanto: se están fundiendo a una velocidad alarmante.

A las primeras señales de deshielo, los científicos se apresuraron a monitorizar las emisiones de los dos gases de efecto invernadero antropogénico más influyentes: el dióxido de carbono y el metano, pero hasta la fecha la amenaza del tercer gas más importante – el óxido nitroso – pasó inadvertida.

Ahora, un informe revela que las emisiones de óxido nitroso producidas por el deshielo del permafrost de Alaska son unas 12 veces más elevadas de lo que se pensaba. Dado que el óxido nitroso es unas 300 veces más potente que el dióxido de carbono, esta revelación podría significar que el Ártico – y nuestro clima global – correría más peligro de lo que pensábamos.

RESERVORIOS SUBMARINOS DE CARBONO

De acuerdo con el estudio, publicado en la revista Environmental Research Letters, hace 17.000 años, al final de la época del Pleistoceno, los gases de carbono, que se producen de forma natural, escaparon del fondo marino y alteraron tanto la atmósfera de la Tierra que derritieron la era de hielo.

La investigación muestra que los procesos geológicos pueden alterar drásticamente el ciclo del carbono y causar un cambio global.

En la actualidad, los reservorios submarinos de carbono liberan gases de efecto invernadero a la atmósfera a medida que los océanos se calientan debido a la actividad del ser humano.

Si los depósitos submarinos de carbono se alteran de nuevo, emitirán una nueva fuente enorme de gases de efecto invernadero, lo que exacerbaría el cambio climático.

“Estamos usando el pasado como una forma de anticipar el futuro”, comentó Lowell Stott, profesor de ciencias de la Tierra de la Universidad del Sur de California (EEUU) y autor principal del estudio, citado por el portal phys.org.

Los niveles de metano comenzaron a aumentar con la revolución industrial y ahora son 2,5 veces más altos de lo que nunca han sido de forma natural. Estos niveles han causado un tercio del aumento observado en las temperaturas medias globales en relación a la era pre-industrial. Si queremos reducir las emisiones de metano, tenemos que entender de dónde proceden. Calcular todas las diferentes fuentes es tremendamente complicado, pero se hace aún más difícil cuando las emisiones naturales y las producidas por humanos ocurren al mismo tiempo y a través de procesos similares.

Para colmo, el cambio climático causado por el ser humano podría desestabilizar el permafrost o los sedimentos similares al hielo llamados hidratos de gas (o clatratos), los cuales podrían liberar más metano que cualquier actividad humana y potenciar el cambio climático. Este escenario ha sido la principal hipótesis detrás de otros calentamientos globales de la historia (el «fusil de clatratos») y de un futuro cambio climático fuera de control (la llamada «bomba de metano del Ártico»). ¿Qué probabilidades hay de que estos eventos lleguen a ocurrir?

Algunos estudios niegan la posibilidad de que la “bomba de metano” pueda activarse, otros la afirman. Pero usando el sentido común, lo concreto es que el permafrost ya se está descongelando a toda velocidad y liberando gas metano, colaborando en recalentar más rápidamente el planeta y acortando los tiempos para una reacción organizada preventiva de la humanidad.

¿Qué hacer?

Acerca del peligro de la “bomba de metano” que puede estallar antes del 2030 poniendo fin a la presente civilización, por e-mail nos comunicamos con el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, solicitándole que pida a los científicos del IPCC que investiguen sobre el tema y realicen un informe detallado que sirva de norma para definir políticas de acción. Guterres no contestó.

Tampoco contestaron autoridades del PNUMA, Greenpeace, WWF, Bill Gates, Greta Thumberg y el propio IPCC, además de muchos otros contactados. Es el Efecto Casandra no dan crédito a la realidad de los hechos. Se aferran a la esperanza de un futuro menos amenazante y menos comprometedor, que les evite aplicar medidas totalmente impopulares.

Los que sí contestaron fueron los organizadores de la COP25 en Chile quienes aseguraron que tomaron nota del asunto.

¿Por qué es tan traumático el tema?

El discurso oficial de Naciones Unidas, del cual Guterres es vocero, es reducir las emisiones de carbono a un 45% para el 2030 y a cero emisiones para el 2050. Pero si los clatratos se liberan para el 2030 o antes, la temperatura promedio global puede elevarse hasta 6º C y 12º C en ambos polos, con lo que se producirá un descongelamiento acelerado de ambos casquetes y los océanos podrán ascender hasta 70 metros.

Frente a este nuevo panorama de emergencia máxima, las medidas urgentes a aplicar en el mundo son:

  1. Prohibir los vehículos que liberan gases de efecto invernadero.
  2. Reemplazar en el corto y mediano plazo las usinas que funcionan quemando petróleo y carbón.
  3. Prohibir el turismo.
  4. Reducir drásticamente los vuelos de las aerolíneas.
  5. Apagar todas la luces de las ciudades a partir de las 20.00 horas.
  6. Reducir el consumo de carnes rojas.
  7. Pasar de los cultivos intensivos a los orgánicos.
  8. Acelerar los reactores a fusión.
  9. Invertir fuertemente en las energías alternativas.
  10. Dejar de consumir en ciclos cortos, para producir con calidad y con productos de alta durabilidad.
  11. Reemplazar los vehículos individuales en las ciudades por transporte urbano colectivo.
  12. Reforestar plantando 30 mil millones de árboles por año. Leer más, otro

¿Cuánto tiempo hay?

Hasta el 2020. Luego de ese umbral la inercia del CO2, más metano y óxido nitroso acumulados, se combinarán con el descongelamiento del permafrost y la liberación de los clatratos submarinos, acelerado todo por la ausencia del efecto albedo tras el deshielo del Polo Norte en los veranos. Si no se toman las medidas extremas en lo inmediato el resultado será la inundación de todas las ciudades costeras y el fin de la civilización conocida.

Estas medidas son de aplicación inmediata, dentro de un cuadro de situación similar a una economía de guerra mundial. El objetivo es reducir drásticamente la contaminación por carbono, que actualmente ronda en 50 mil millones de toneladas anuales de emisiones a la atmósfera y así detener la activación de la «bomba de metano», al mismo tiempo invertir fuertemente en energías alternativas de reemplazo y en reforestación. Estas dos estrategias permitirán retornar a la normalidad en un plazo de 5 años si se realizan intensivamente. Los líderes políticos deben prepararse y mentalizarse para poder enfrentar la macro escala de este desafío global.

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